
El vidrio, un material usado por el hombre desde hace miles de años –prácticamente desde finales del Paleolítico Superior–, ha sido el elementotradicional para iluminar nuestras estancias y comunicarnos visualmente con elexterior desde que, allá en el siglo XII, el estilo gótico rasgó las pesadasestructuras románicas y abrió los muros a los vitrales y, posteriormente, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, las estructuras ligeras de hierro forjado y deacero, combinadas con vidrios, permitieron fachadas totalmente acristaladas.
En esta época también aparecieron múltiples versiones de la casa de vidrio: laCasa de Cristal, de Philip Johnson (1949) en Canaan, Estados Unidos; la de LinaBo Bardi (1950-1951) en São Paulo, Brasil; la Maison Verre, de Pierre Chareau(1932) en París, Francia, o la Casa Farnsworth, de Mies van der Rohe (1946-1950) en Illinois, Estados Unidos. Proyectos o arquitecturas que son unapermanente invitación a debatir el límite entre interior y exterior.A menudo, los diseñadores ignoran sin intención –o intencionalmente– losavances técnicos en la elaboración del vidrio para volver a los gruesos bloques dematerial, sólidamente vertidos, que destacan por su masa y estructura. No obstante, la industria de este material es una de las de mayor innovación y hoytiene tecnología de punta para ofrecer soluciones creativas.Es innegable que este material continúa –y continuará– con fuerza en laarquitectura, en especial por los múltiples avances que se hacen día tras día, nosolo en búsqueda de la eficiencia de las edificaciones, sino en el cuidado del medioambiente.